La Historia de la Hoja que Quería Ser un Árbol

Érase una vez…

Cuando este personaje empezó a tener conciencia de su existencia, descubrió que era parte de un árbol lleno de similares, aunque desde su interior, sabía que no tenía un igual, al menos dentro de sí.

Al encontrarse con otros que tenian una apariencia similar (porque habían unos más viejos), empezó a cuestionarse el porqué de estar donde estaba. La incertidumbre de su vida dentro de esta sociedad empezó a crecer cada vez más.

Sentía como el viento la mecía, más no así se sentía única, pues miraba como sus iguales eran consentidos por este viajante del tiempo. esta sensación le causó envidia, en ocasiones cólera y en otras, simplemente, una sensación de bienestar, de pertenencia.

Los días pasaban de una manera para esta hoja que había olvidado cuanto tiempo tenía con vida, la verdad, ni se cuestionaba eso… Se cuestionaba más su razón de estar ahí, y el porqué de no tener un cuerpo que diera vida como al que pertenecía, al que era parte.

Disfrutaba de las caídas del sol, sin darse cuenta que las estaciones estaban pasando, que su vida corría como la de cualquiera.

Nunca descubrió que muchos de sus iguales fueron acechados por seres que acabaron con su existencia antes de tiempo, por sobrevivir, por cumplir un ciclo, nunca lo apreció, ¡qué tan valioso hubiera sido!

El pasar de los días, semanas, meses o años no resolvía su predicamento, ya que tenía un alma, un alma que no podía (o no quería dejar) salir. Sea como sea, tenía una esperanza, pero no quería hablar del futuro. Tenía un deseo, pero no quería compartirlo.

Cuando llegó su hora, de dejar este árbol, seguía con su deseo de ser éste, de ser alguien que pudiera dar mucho a otros…

Aunque ya había empezado a hablar de su alma, su vida y lo que sentía, no había quien escuchara… No había quien quisiera oir… Entender o compartir, pues el tiempo había pasado y había dejado una marca en cada cual, y sinceramente, cada cual trataba de entender su propio camino y su razón de estar ahí, a punto de dejar ese árbol… y para muchos… ser olvidados.

Sin entender que era, y solo por conversaciones de niños que alguna vez escuchó, deseó ser un televisor, pero hoy sentía, no sé porqué, que había fallado… Pero sentía que no le importaría si había acompañado a alguien, pero esa duda siempre, hasta el final de sus días, estaría presente.

¡Qué pretensión! Quería significar algo… ¿Lo hizo? Por estar pensando en si, y en lo que podía ser para otros nunca lo descubrío.

El otoño llegó y así el invierno.

¿Debo contar el final? No lo creo.

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