Babosín, el caracol que recorrió su mundo.

Cap. 6 Seis menos doce.

Babosín es de esos que camina para pensar, no solo para hacer. Corre pero caminar le da más paz. Corre cuando es necesario, no por cobarde.

En una de esas caminatas en que lo que necesitaba estar consigo mismo, una voz entre las sombras les hizo una pregunta.

Seis menos once.

– ¿Qué tiempo lleva?

Babosín quedo mudo por la pregunta. Evidentemente él sabía lo que la sombra quería escuhar, una hora en específico, pero al oírla solo pudo responder en sus adentros el tiempo que lleva.

– Todo -se dijo en su interior-. Llevo todo el tiempo conmigo. El tiempo que me ha tocado caminar, vivir y respirar. El tiempo me acompañar desde siempre. Unas veces ligero, otras veces pesado. ¿Hoy? ¿En este momento? Llevo el tiempo que no necesito. No lo necesito porque no ha sido fácil. Porque idiotamente ha pensado en un tiempo que no existe y que él sabe que no puede darse. Un tiempo que hoy sabe que no tiene forma más que en su cabeza. Sí. Se le advirtió acerca de eso. Se le pidió que no lo hiciera, pero es su cabeza, su mundo, ese que no lo deja caminar sin pensar en el tiempo. 

La sombra lo sigue viendo. Babosín no dice nada. Sigue pensado.

– Puede ser una herida. Una caricia. Un soplido del viento en la frente. El tiempo puede ser todo y todo eso lo llevo. He tratado de olvidarlo, dejarlo, pero sigue conmigo. Lo sigo cargando. El tiempo es el que me hace sentir vivo, aunque duela, aunque me apriete al punto de no querer respirar.

Los ojos en la sombra lo miraron. Babosín reaccionó y dijo: – Seis menos diez de la noche. – Gracias, respondió la sombra.

Babosín siguió caminando con el tiempo.

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