– ¿Cómo me veías mientras hacías el concierto?

– Te veías más linda que el cielo. La luna te peinaba, tenías ojitos de estrellas y tu vestido era color viento, la luna te daba detrás de tu cabeza y por eso te peinaba despacio.

Todos estaban en el concierto: los árboles, el Arcoiris, los ríos, los tres soles, en fin, todos. Vos en el centro con nuestra amiga nube, ella te subió para que vieras bien, yo te viera y todos te vieran. Eras la invitada de la noche, la musa del concierto… eras el concierto.

Al contrario de los conciertos normales, las luces se apagaron y el reflector te dio a vos… no al escenario. Todos sonreían al verte, vos no lo creías. ¿O sí?

Sorpresa no era porque ya sabías, pero el detalle del reflector sí. Toda la noche estuvo sobre vos, la dedicada. Todos en el mundo real conspiraron, porque todos te querían ver feliz, porque todos te querían agradecer que existen porque vos los ayudaste a vivir.

El mundo real existe por vos y para vos.

Yo no te vi. Te sentí. De mi salieron las notas que tocaba, salieron desde adentro y volaron bailando a tus oídos. Ellas sabían que escapaban de mi alma con el fin de conocer la tuya. Las liberé para que llenaran tu corazón de esas canciones que prometí darte un día.

Sí, fueron mis cómplices. Todos en el mundo real lo fueron. Todos te sentían con cada nota, te vieron y te sintieron.

Yo solo te vi al inicio. Antes de empezar a tocar y cantar. Cerré los ojos y te sentí dentro. Las notas salían y los momentos bailaron en mi cabeza. Bailaban con los recuerdos al ritmo de la felicidad. Bailaron con la nostalgia, las risas y las lágrimas. Las lágrimas de momentos tristes se veían felices, porque ellas nos hicieron crecer, nos hicieron entregar el corazón al otro e hicieron que creciéramos.

Sí, te vi hasta que terminó el concierto.

Sí, yo no te vi. Yo te sentí.

😘